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sábado, 5 de marzo de 2011

Mediterráneo Pop


El restaurante Joaquín Schmidt está situado en el antiguo barrio judío de Valencia. Al atravesar la puerta de esta antigua casa reformada nos colamos en el universo de este particular cocinero de ascendencia alemana: cuadros de Joan Verdú y de Julio Antonio, libros, vinilos a modo de bajo-plato, música, velas de incienso… La atmósfera no puede ser más envolvente. Esta decoración coqueta y romántica, con originales detalles pop, ha sido símbolo del vanguardismo valenciano durante quince años y hoy constituye una de las propuestas imprescindibles de la ciudad. 

El restaurante, con capacidad para treinta comensales, (“treinta amigos para los que cocino cada día”, según palabras del propio Schmidt), propone una de las ofertas gastronómicas más personales de la ciudad y entrar en su restaurante equivale a ponerse en sus manos. Ofrece varios menús diferentes: menú de Confianza -cuatro platos y postre-, Gourmand -cinco platos y postre-, Joaquín Schmidt -siete platos, queso y postre-, e incluso un menú infantil -dos platos y postre-. Aunque lo mejor es dejarse guiar por él y por sus creaciones del momento.

Apuesta por una cocina basada en productos de gran calidad, donde la insuperable despensa natural es el punto de partida. Para empezar, un aceite de Castellón que se agradece. En cada propuesta se percibe el Mediterráneo pasado por el tamiz de la creación más suculenta, la explosión de sabores y la degustación inesperada. Cada plato se concibe como un juego, donde el comensal debe adivinar, después de degustarlo, el contenido del mismo.


 Joaquín Schmidt, él se lo guisa...

Es el mismo Joaquín Schmidt, el que nos recibe y acompaña a la mesa. Y será él quien nos guíe durante toda la cena. Acompañan al “paté” de aceitunas y el pan con aceite unas pipas peladas que aportan un toque crunch al aperitivo: bolas de melón con jamón de pato, que no hacen suspirar. Empezamos con una cuchara de caviar de frutas del boque y arenques (esferificaciones que conjugan correctamente, sin entusiasmar). Seguimos con un ajoblanco con espuma de tomate. En el fondo del vasito crepitan almendras y ajos, divertida explosión en boca: a Schmidt le gusta jugar con los crujientes. La sardina con salmorejo y polvo de kikos es una delicia, así como la tortilla de patata gallega deconstruida (magnífica la textura del huevo). Notables son las gambas de Denia al ajillo, siendo este una sutil espuma cargada de sabor a España. 

Para terminar, carrillera de ibérico con reducción de escabeche y toque de especias, un guiso en el que se diferencian perfectamente los sabores cítricos y no resulta artificioso. En el postre, “tarta de chocolate con cosas”, Schmidt insiste con los estallidos al introducir en el suave mousse lacasitos, kilos, peta-zetas, toda una mascletá, ahora que se acercan Las Fallas, en la boca.

Una mención especial merece la apabullante bodega, con más de 1.000 referencias que hacen casi imposible desacertar en la elección. En este caso el vino fue Terrer d’Aubert 2007, un cabernet sauvignon que el propio Schmidt recomendó acertadamente.
Aunque los platos no defraudan, la clave de este particular restaurante es que seduce por el trato y la sorpresa. 




Dirección: C/ Visitación, 7. 46009, Valencia)
www.joaquinschmidt.com
Teléfono: 96 340 17 10
Horario: Mediodía: 13:30-15:30. Noche: 21:00-23:30. Cierra domingo y lunes al mediodía
Precio medio: 65 €
Calificación: 7,5/10
Lo mejor: En Valencia no hay ninguna propuesta que iguale la puesta en escena y la culinaria de este local.
Lo más flojo: Los entrantes desaniman
La recomendación: Dejarse llevar por Joaquín Schmidt.

1 comentario:

Alex y Carmen dijo...

Está muy bien eso de asociar la mascletá con los peta-zetas, je,je... buena asociación de ideas!!
Nos gusta el "final" del post (lo de horario, calificación, lo mejor, lo más flojo, etc.)

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